No sólo somos unas hijas de la chingada,
somos unas hijas de las chingonas.

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Let's make it freestyle!
La literatura en los tiempos de la influenza (2009) compite con numerosas formas de expresión. Compite con el ipod, con el cine, con la tele, con el radio, con el facebook, con el blog, con el rap, con el hip hop, con el reguetón, con las fascinantes exposiciones sobre interesantísimos temas que supuestamente le encantan al ser humano preocupado por su nivel cultural.
Compite con el paseo, compite con la devoción, compite con el sexo, compite con la hormona (¿o no es cierto que, y particularmente en la adolescencia, hormona mata neurona?), compite con cantinas, starbucks, restaurantes tradicionales abiertos 24 horas, taquerías, cafecitos de moda, pero también convive.
La literatura en los tiempos que vivimos es todo, es un contenedor y es el medio por el cual se expresa cada una de las emociones y sentimientos que atañen al ser humano. Sin embargo, la literatura debe abrazar cada uno de los estímulos y manifestaciones que le sirvan para explotar en esa experiencia estética que brindará consuelo a quien escribe y a quien lee.
La literatura es la música, es el beat, es el internet, es la risa, es la vibra interna, íntima y finita, es el momento consigo mismo, es la reflexión del ser, son las horas inmensas del recuerdo, es todos y cada uno de los momentos en que nos vemos al espejo y es todas y cada una de las reacciones de ese momento, porque la literatura es la narrativa, y la narrativa es el habla y el habla es todo lo que tenemos para explicar ese pensamiento que solo asimos en imágenes.
So, let's make it freestyle.
Dejémosla libre en su forma, en sus temas, en sus influencias, en sus esquemas, en sus mortificaciones, en su tinta, en su punto, en su jugo, en su pedo, en su hábitat, en sí misma. Que surga y se extinga y se reinvente y sea fiel a sí misma como huella que perdura por hablar al tú por tú y en voz alta.

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(Re) construcción activa del lenguaje, o como diría Artaud:

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Habitamos ese lugar común que dice que la patria de todo escritor es el lenguaje y defendemos también la idea de que son las palabras las que crean las naciones con mayúsculas y minúsculas. Nuestro lenguaje paga impuestos y se divierte si el equipo nacional gana un partido en el Mundial de futbol; pero se niega a ir de acarreado a una manifestación en el Zócalo o a aprenderse las diez estrofas del himno nacional. Creemos, como Borges, que la ausencia de camellos en el Corán hace de éste el libro árabe por excelencia; y sabemos, como Zaid, que Borges nunca vio los 19 que se pasean por sus páginas. Entendemos que globalización no significa universalidad; que el lenguaje total sólo puede ser particular y que la originalidad rara vez se vende en las librerías de los aeropuertos.

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Sweet and short. Rapido y Furioso. Los libros breves captan mejor la atención, son fáciles de transportar y compiten con el IPOD.

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Cuál crack. Cuál Boom.
Nosotros somos la generación del sonido y no sólo exclamación estética.

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Esto no es un manifiesto, es una manifestación, y desde ahora aclaremos que no es igual.